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¿Cómo saber si la ropa que usas fue fabricada con trabajo forzado? Estas startups ayudan a descubrirlo

¿Cómo saber si la ropa que usas fue fabricada con trabajo forzado? Estas startups ayudan a descubrirlo

Los comerciantes en EE.UU. ahora deberán probar que sus suministros son libres de algodón de Xinjiang, China, o enfrentar incautaciones.

Una tecnología que por lo general se usa en los procesos judiciales por asesinato ha encontrado una nueva y atractiva aplicación: averiguar de qué parte del mundo es el algodón de su camisa.

Del mismo modo que un abogado acusador puede examinar una mancha de sangre en el vestido de una víctima para identificar a un sospechoso, la empresa neozelandesa Oritain utiliza la ciencia forense para indicar a las empresas si son culpables de utilizar algodón procedente de lugares problemáticos como Turkmenistán o la región china de Xinjiang, famosos por el uso de mano de obra forzada.

Esta startup vio cómo el número de solicitudes de este tipo se multiplicaba más de cinco veces desde 2020, a medida que aumentaba la presión de los consumidores y los reguladores sobre el uso de mano de obra forzada. En la actualidad, Oritain ayuda a más de 100 grandes marcas y minoristas, como Shein, Primark y Lacoste, a realizar miles de pruebas al mes. Busca posibles coincidencias comparando los productos de una empresa con las muestras almacenadas en su base de datos.

“Podemos ayudarle a distinguir quién es bueno y quién no en su cadena de proveedores”, afirma Grant Cochrane, Consejero Delegado de Oritain, empresa que recaudó US $57 millones de la casa Chanel y de otros inversionistas en julio.

Las tecnologías como esta, que permiten a una empresa conocer mejor su cadena de suministro analizando los productos, elaborando mapas o evaluando los riesgos, han pasado rápidamente de ser “agradables” a ser “obligatorias”. El año pasado entró en vigor en Estados Unidos una nueva legislación que prohíbe a las empresas importar productos de la región de Xinjiang y autoriza a las aduanas a retener los envíos si sospechan que infringen esa prohibición. Las empresas tienen un plazo de 30 días para demostrar que no es así.

Si los importadores no consiguen reunir las pruebas, la mercancía debe mandarse de vuelta o ser destruida, lo que puede costarles millones en ventas perdidas. Incluso si lo consiguen, puede llevarles tanto tiempo que tendrán que vender artículos fuera de temporada, como shorts y camisetas sin mangas cuando todo el mundo está volviendo al colegio.

Desde que la prohibición entró en vigor el pasado mes de junio, el Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos ha retenido US $1.700 millones en mercancías, desde equipos electrónicos hasta prendas de vestir y tomates. Cuatro de cada diez de los envíos han sido desbloqueados después de que las empresas consiguieran demostrar que los productos no provenían de Xinjiang.

“Se lo están tomando muy en serio, hasta el punto de que esto se ha convertido en una prioridad para los CEO de todas nuestras empresas”, dijo Nate Herman, vicepresidente senior de política de la Asociación Americana de Ropa y Calzado (AAFA, por sus siglas en inglés).

Las terribles condiciones de trabajo en la región china de Xinjiang, donde se produce una quinta parte del algodón del mundo, salieron a la luz por primera vez en 2017, cuando grupos de defensa de derechos humanos y otros colectivos empezaron a publicar relatos de personas de etnia uigur, en su mayoría musulmanes, que eran retenidos y obligados a trabajar contra su voluntad.

En un informe de la ONU del año pasado se describían que los uigures sufren “patrones de tortura y otras formas de trato cruel, inhumano o degradante” que pueden constituir crímenes contra la humanidad. China ha defendido el programa diciendo que imparte formación profesional y otros tipos de educación.

ALGODÓN DE XINJIANG

Renunciar al algodón de esta región ha sido un enorme dolor de cabeza para la industria textil. El Instituto Australiano de Política Estratégica descubrió que al menos 82 grandes empresas, entre ellas Nike, Gap y H&M, tenían posibles vínculos con esta región algodonera en 2019. Dos años más tarde, cuando Oritain recogió al azar 1.000 piezas de ropa de algodón de diferentes marcas en diferentes tiendas de Estados Unidos, descubrió que el 16% estaban hechas de algodón de Xinjiang.

Para ayudar a las empresas a desligarse de la región, la Asociación de la Industria de la Moda de Estados Unidos empezó a organizar reuniones frecuentes durante la pandemia y ha organizado seminarios web con 30 empresas diferentes que ofrecen varias opciones de tecnología para la trazabilidad, algunas de ellas extremadamente caras.

“La pesadilla es que la aduana detenga su envío y le pida a usted que proporcione toda la documentación para demostrar los puntos de origen”, dijo Julia Hughes, presidenta de la asociación. “Porque eso es extremadamente demandante”.

En última instancia, el gobierno quiere ver un rastro documentado que empiece por el origen de las materias primas y siga cada paso del camino. “Buscan documentación desde la tierra hasta la camisa”, afirma Herman, de la AAFA, quien añade que la mayoría de las empresas aportan cientos de páginas de documentos, incluyendo facturas, órdenes de compra y conocimientos de embarque que deben traducirse al inglés.

Eso es difícil de conseguir si se desconocen algunos segmentos de la cadena de abastecimiento. En el pasado, una empresa podía haber trabajado directamente con cientos de proveedores, pero apenas conocía a los proveedores de sus proveedores.

Cada vez son más las empresas que invierten dinero en crear mapas gigantescos y detallados de sus cadenas de suministro para poder rastrear rápidamente los detalles de las mercancías retenidas. Por ejemplo, el minorista de cocinas Williams-Sonoma y las empresas de calzado Hoka y Ugg están trabajando con la startup Sourcemap, de Boston, que es como Linked In para los proveedores, dijo su CEO Leonardo Bonanni.

En Sourcemap, cada proveedor invita a sus proveedores, que a su vez invitan a sus proveedores, hasta obtener una lista completa, y la empresa promedio termina con unos 50.000 enlaces para su cadena de suministro. Aunque los índices de participación solían ser bajos, ahora rondan el 92%. Los proveedores que no participan son una señal de alarma inmediata.

“No hay nada peor que un proveedor que no te dice en dónde compra las mercancías”, afirma Bonanni. Sourcemap, que cobra una cuota mensual por su software, ha multiplicado por diez sus ventas en los últimos tres años. En junio obtuvo US $ 20 millones en financiación.

MILES DE MILLONES DE DOCUMENTOS

Otra startup, Sayari, ayuda a las empresas a buscar vínculos ocultos que puedan tener con la región de Xinjiang examinando miles de millones de documentos sobre propiedad de empresas y transacciones comerciales mundiales. Puede señalar a una docena de proveedores con posibles vínculos con esa región, a los que la empresa puede investigar.

“Esto permite a los clientes determinar rápidamente los riesgos en sus propias cadenas de suministro”, afirma David Lynch, responsable mundial de soluciones analíticas de Sayari.

Las pruebas físicas de los productos, como las que realiza Oritain, a veces se presentan en aduana como parte de un paquete más amplio. Pero son costosas y rara vez son soluciones milagrosas. “En el mejor de los casos, es una ficha más del rompecabezas”, afirma John Foote, abogado especializado en comercio internacional del bufete Kelley, Drye & Warren de Washington.

Por lo general, una empresa utiliza una combinación de tecnologías para reconstruir su cadena de suministro y puede sorprenderse al encontrar casos inesperados de fraude, abuso o etiquetado incorrecto.

Puede haber mucho en juego. Los legisladores y los fiscales generales de los estados han presionado incluso para que se suspenda la oferta pública inicial de Shein hasta que pueda demostrar que no utiliza trabajo forzado, después de que un informe de Bloomberg descubriera vínculos con Xinjiang.

Como parte de su debido proceso de control de la cadena de suministro, Shein prueba cientos de productos al mes procedentes de sus 40 fábricas con la ayuda de Oritain. Espera que esto le ayude a respaldar sus afirmaciones de que no utiliza algodón procedente de trabajos forzados. Peter Pernot-Day, director de comunicación estratégica de Shein, declaró a Forbes que en torno al 2% de los productos analizados mostraban vínculos con Xinjiang o Turkmenistán. En estos casos, Shein intensifica sus controles y pruebas. El año pasado puso fin a su relación con tres fábricas.

“Nos permite una vigilancia tremenda”, afirma Pernot-Day. “No le ponemos precio a la capacidad de confiar en la cadena de suministro y de decir a los clientes que pueden confiar en la ropa que compran”.

Fuente Forbes

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