WORKAHOLICS
Cuando el trabajo es una enfermedad
¿Trabajas para vivir o vives
para trabajar? Es un hecho que la adicción
o dependencia hacia el trabajo se ve reforzada por
la competencia feroz de un mercado global, donde o
somos competitivos o quedamos excluidas del desarrollo.
Sin embargo, lo anterior puede alcanzar niveles enfermizos,
entérate por qué y mide si presentas
algún grado de adicción.
Es un hecho que la cultura empresarial
que impera en el mundo de hoy promueve, sutilmente,
conductas adictivas hacia el trabajo. ¿Cómo
lo logran? Estimulan a los colaboradores por medio
de oportunidades de desarrollo, paquetes de prestaciones
superiores a las de la ley e incremento en la compensación
económica, por citar algunas. Las personas
ven en ello la posibilidad de avanzar, tener éxito
y alcanzar un mejor nivel de vida. Sin embargo, entregarse
de lleno a tan maravilloso mundo tiene un precio:
vivir para trabajar.
La situación descrita no sólo
es promovida por algunas empresas, sino también
es fortalecida por la sociedad, la familia, los amigos
y por nosotros mismos, recordemos que siempre se nos
ha enseñado que ser una persona trabajadora
es una gran virtud.
En efecto, lograr un desarrollo laboral,
intelectual y económico dentro de nuestra área
profesional es un privilegio que en la actualidad
pocas personas alcanzan. Sin embargo, la situación
constituye un problema cuando el trabajo va más
allá de ganarse la vida o de realizarse profesionalmente,
y se convierte en una adicción capaz de ocasionar
serios problemas físicos, personales, familiares,
sociales e incluso laborales.
Aunque no existen registros oficiales,
los especialistas en Psicología y Medicina
del Trabajo estiman que la cantidad de personas afectadas
por este tipo de adicción, oscila entre el
1 y 7 por ciento de la población que trabaja.
En México –según datos del Instituto
Nacional de Estadística Geográfica e
Informática (INEGI)–, de las poco más
de 440 mil muertes ocurridas en 1997, 42 mil fueron
por infartos, uno de cuyos detonantes fue la obsesión
por el trabajo. Los ejecutivos y empleados de confianza
son los más proclives a padecer este problema,
pero también algunos profesionistas, como médicos,
periodistas, políticos, abogados, contadores
y administradores. Este problema suele pasar desapercibido
para ellos mismos, pero no para las personas que los
rodean, ni para sus familiares que sufren las consecuencias
de esa adicción.
¿Soy adicta al trabajo?
Cuando una sustancia, actividad o conducta se vuelve
trascendental en tu vida, tienes la convicción
de que es imposible vivir sin ella y descuidas otros
roles, podemos hablar claramente de una adicción.
Para mucha gente el lugar de trabajo, el empleo y
las empresas son el centro de su vida, por lo que
empiezan a perder contacto con otros ámbitos
y abandonar, gradualmente, lo que saben, sienten y
creen.
Cuando la lealtad a la organización
se convierte en un substituto para vivir la propia
vida, la empresa se ha convertido en la sustancia
de adicción. Algunas de las características,
de acuerdo con los lineamientos de Workaholics Anonymous,
para identificarse como adictos al trabajo son:
El trabajo constituye el centro de tu
vida y sólo te guste hablar de él, amén
de que le dedicas más de 40 horas a la semana.
Llevarte trabajo a tu casa en forma
rutinaria y mostrar enojo con tu familia si te reclama
para otro tipo de actividades.
Angustia constante de perder el trabajo
si no le dedicas suficiente tiempo.
Procuras realizar varias cosas a la
vez para optimizar tiempos, como dictar, dar indicaciones,
consultar tu computadora y atender personas al mismo
tiempo.
Piensas en el trabajo cuando vas al
cine, a tomar el café con las amigas, reuniones
familiares o fiestas.
Durante las comidas escribes, dictas
o lees sobre las situaciones de tu trabajo.
Duermes con una libreta bajo la almohada
por si a media noche te aflora alguna idea brillante.
Consideras como propia la problemática
de toda la oficina o empresa donde trabajas.
Buscas afanosamente el éxito,
el prestigio, la consideración, la popularidad
y el poder, aunque para ello tengas que empeñar
tu tiempo y tu tranquilidad.
Baja tolerancia a la frustración,
agresividad innecesaria y gran desaliento ante los
fracasos.
Piensas que el dinero o los ingresos
pueden resolver todos los problemas, aun los de convivencia
familiar que requieren tiempo y amor.
Para quienes son dependientes al trabajo,
considerar que hay un tiempo para cada cosa, como
reír, divertirse o descansar... puede resultar
un atentado, ya que todos sus afanes están
destinados al mundo laboral. Y por si fuera poco,
suelen incrementar, la mayoría de las ocasiones
sin necesidad, sus jornadas laborales, intensifican
continuamente sus actividades, y si el tiempo de la
oficina o de su empresa no les alcanza, no hay problema
porque ocupan el tiempo de la casa, el de dormir,
el de compartir con amigos y familiares, el de atender
a la pareja y el de educar a los hijos si los hay.
Cabe destacar que, en la mayoría
de los casos, dicha adicción se acompaña
de otras dependencias. Hay quienes fuman y toman café
de manera compulsiva y/o consumen psicofármacos
o estimulantes para aumentar la capacidad laboral
y mantenerse activos, o para conciliar el sueño.
¿Es una enfermedad?
La adicción al trabajo se trata
de un fenómeno que ha comenzado a estudiarse
hace relativamente poco tiempo. Aunque el también
llamado workaholic –como se le denomina en los
Estados Unidos a partir de su asociación con
el término alcoholic– ha existido siempre,
fue a partir de los años 80 que comenzó
a ser catalogado como enfermo debido a las repercusiones
que ello tiene en su vida personal y, por supuesto,
en su salud.
Esto es, la persona se siente estimulada
y relajada durante ese periodo, escapa de situaciones
que no sabe cómo controlar y se refugia en
su adicción para seguir adelante, ya que enfrentarse
a su realidad le resulta muy cruel. Por esta razón,
el workaholic generalmente utiliza el trabajo para
esconder, negar y escapar de sus problemas personales.
¿Y qué sucede? Se presenta
una creciente compulsión por trabajar, dentro
de la cual hay que aumentar la dosis (horas de trabajo
diarias) continuamente. Ello tiene como fin lograr
el mismo efecto estimulante de la actividad sobre
el estado de ánimo. Como resultado la vida
de las personas afectadas se torna cada vez más
inmanejable.
Pero esto no es todo, pues el organismo
también pasa una factura muy cara: se manifiestan
enfermedades que afectan sistemas y órganos
donde el estrés, el miedo y la angustia hacen
estragos: el estómago, el corazón y
la piel. Así, no es extraño que la persona
se vea afectada por gastritis, úlcera, infarto,
hipertensión arterial o dermatitis nerviosa,
padecimientos que provocan otras tantas dolencias
en forma de dolores de cabeza, cegueras pasajeras,
parálisis y ardor en la piel, entre otros.
Radiografía del adicto
El perfil puede resumirse con cuatro
características:
1. Adicciones múltiples. No existe
ningún adicto que tenga una sola adicción.
En particular, es común que la adicción
al trabajo esté acompañada de la compulsión
a complacer a los otros (con una extrema dificultad
para decirles que no), del tabaquismo y el consumo
de sustancias estimulantes.
2. Negación. La negación
de la adicción al trabajo es quizás
la más compleja. Dada la alta aprobación
social que la conducta y sus consecuencias tienen
para el adicto, le resulta muy difícil a éste
tomar conciencia de su dificultad. Los adictos al
trabajo dicen: “Ya sé que soy adicta
al trabajo, pero sería peor tener una adicción
a las drogas”, o “sí, soy una adicta
al trabajo, pero mira los beneficios que recibo...”
3. Autoestima desregulada. Los adictos
al trabajo tienen una autoestima devaluada o hiperinflada.
Presentan muchas dificultades para aceptarse realmente
como son. Siempre realizan grandes esfuerzos por rendir
más de lo que podrían naturalmente.
Y como suelen creer que los demás no los aceptarían
como son, siempre tratan de incrementar sus logros.
4. Incapacidad para relajarse. Los adictos
al trabajo funcionan bien con la adrenalina muy alta.
Esta continua descarga de adrenalina es una de las
causas de su dificultad para relajarse. Tienen siempre
una larga lista de tareas que necesitan realizar.
Debido a que el trabajo es su activador, siempre pueden
encontrar a mano una reserva con la cual “estimularse”
para segregar adrenalina.
Carmen Espinoza Muñante
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