Salud Mental
y Trabajo

Salud Mental y Trabajo

En los últimos años de mi práctica laboral, he ido madurando una inquietud que advertí desde el comienzo de mi experiencia profesional. Frente a cada paciente que atendía, aparecía la pregunta de cómo y cuándo había surgido el problema motivo por el cual una persona acudía a consulta, y sobretodo, si se hubiera podido evitar con una ayuda a tiempo para que dicho problema no derivara en mayores sufrimientos.

Al introducirme en la revisión literaria sobre salud mental, encontré información y datos asombrosos que podrían explicar o esclarecer mis dudas iniciales. La información a la que me refiero es acerca de cuánta responsabilidad tiene la persona en el deterioro de su propia salud física y mental. Todo parece indicar que, para el hombre mantenerse competitivo en el mercado laboral “vale todo”.

“Recientemente atendí el caso de un hombre de 32 años de edad, que se encuentra en pleno desarrollo profesional, acudía a consulta por una disfunción sexual, situación que realmente lo perturbaba, según refirió hacía tiempo que había notado su dificultad pero optó por no darle importancia pensando que pasaría; como no fue así se realizó estudios y análisis clínicos y el diagnóstico médico fue que se trataba de problemas de índole psicológico más no físico.

Para esta persona no fue fácil animarse a buscar ayuda psicológica, sin embargo se decidió. En la primera reunión fue difícil establecer una comunicación fluida debido a que constantemente era interrumpida por los timbres de los celulares, que a no resultar suficiente uno manejaba dos equipos móviles casi en simultáneo. Le costó acceder a apagarlos y afirmó que en la oficina era más complicado aún desconectarse, ya no era solo los teléfonos móviles los que no cesaban de timbrar sino se añadían el teléfono fijo, radio, Internet, etc. Además observé que presentaba otros problemas como caída de cabello y rinitis alérgica.

Transcurrían las sesiones y era usual que luego del saludo y de la pregunta obligada ¿cómo estuvo su día? La respuesta era “fatal... estuve a punto de estallar...” seguida de la narración de las actividades que ocuparon su larga jornada laboral el cual generalmente excedía las 12 horas de trabajo”.

Era evidente que se trataba de un cuadro de ESTRÉS provocado por la carga y tensiones laborales. El tratamiento requería de un cambio en su estilo de vida, además de buena actitud y disposición al cambio. Se le dieron las pautas y sugerencias que incluía cambio de horarios, incremento de horas de sueño, cambio de hábitos alimenticios, llevar una vida sana disminuyendo el consumo del alcohol y tabaco; hacer deporte, entre otras. Su respuesta y actitud al cambio fue negativa. contrario a lo que se esperaba.

¿Cuánto estaba dispuesto a cambiar para salir del problema que lo empujo a buscar ayuda especializada? , al parecer muy poca puesto que hizo caso omiso a las sugerencias dadas; no siguió las recomendaciones no por no confiar en ellas sino porque se contraponían a su ritmo de trabajo y de vida.

El estrés no afecta a toda la gente de mismo modo y con los mismos síntomas. A algunos les provoca dolores de cabeza; en otros se traduce en ansiedad o sensaciones de miedo; en algunos provoca cambios de conducta, en los hábitos de sueño, el apetito o en el funcionamiento sexual.

El culto a la eficiencia y eficacia que se generaliza en la mayoría de las empresas modernas es una fuente constante de estrés. Los ejecutivos son incitados a vivir bajo la presión constante de un estrés que es concebido como necesario para incrementar la productividad. Se habla cada vez más de carga mental y física que los empleados padecen como consecuencia de las exigencias laborales. La salud física y mental van de la mano, y cuando una de ellas se deja de lado, la otra también se ve afectada provocando un desequilibrio en la persona, que de continuar sin solucionarla adecuadamente puede tener un desenlace fatal, nuestra salud está en nuestras propias manos.

Ps. Graciela Flores Fernández ( Consultora Senior MCE Consultores Asociados)

Frases Celebres

Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña. Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida Detrás de cada logro, hay otro desafío. Mientras estés vivo, siéntete vivo. Si extrañas lo que hacías vuelve a hacerlo. No vivas de fotos amarillas... Sigue aunque todos esperen que abandones. No dejes que se oxide el hierro que hay en tí. Haz que en vez de lástima, te tengan respeto. Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Cuando no puedas caminar, usa el bastón. ¡Pero nunca te detengas! ".


Teresa de Calcuta

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